Te das cuenta de que con muy poco se puede vivir

Te das cuenta de que con muy poco se puede vivir

Dos enfermeras donostiarras relatan su experiencia como voluntarias en el hospital de Ayder de Mekele

“Hemos podido comprobar que con los pocos recursos que disponen y las carencias que tienen, en comparación con los que existen en nuestros centros sanitarios, se arreglan bastante bien. Ha sido una experiencia muy positiva tanto en lo personal como en lo profesional”, afirman las enfermeras del Hospital Donostia, Izaro Arroyo y Edurne Txintxurreta, que por espacio de un mes, entre octubre y noviembre del año pasado, trabajaron como voluntarias en el servicio de Urgencias Pediátricas del hospital de Ayder de Mekele, la capital de la región de Tigray.

La estancia ha servido a Izaro Arroyo y Edurne Txintxurreta, que actualmente prestan su servicio en el servicio de Urgencias Pediátricas y en la planta de infectados por Covid 19 del Hospital Donostia, respectivamente, para poder comprobar que el conocimiento profesional que se tiene en un sistema sanitario como el vasco se relativiza cuando hay que enfrentarse a una dura realidad que presenta serias deficiencias en lo que se considera el correcto funcionamiento de un centro hospitalario. A pesar de ello, las dos enfermeras donostiarras están dispuestas a repetir la experiencia.

“Te das cuenta que se puede vivir con muy poco y que muchas de las cosas que las consideramos como necesarias en nuestro día a día, pueden ser prescindibles para tener una vida plena”, señala Edurne Txintxurreta, quien destaca la poca higiene que había en el hospital donde las y los niños se repartían en habitaciones de tres pacientes acompañados de sus madres o padres o que en todo el servicio no había un solo grifo con agua corriente.

Esta realidad hace que, según afirma Izaro Arroyo,  “todo lo que sabes no te sirve de mucho porque te hallas en un entorno totalmente extraño y distinto al que conoces, con lo que no tienes más remedio que aprender a partir de lo que estás viendo”.

Precisamente, ese conocimiento de la nueva realidad, al comprobar que los inhaladores se fabrican a partir de botellas de plástico de refresco, hizo que estas dos enfermeras donostiarras hicieran uso de su imaginación e idearan una cámara espaciadora, utilizando tres recipientes de ese tipo partidos por la mitad para mejorar la  administración  e inhalación de ventolin en las niñas y niños asmáticos. El invento quedó como una  aportación especial de estas dos voluntarias en la mejora de la salud de la infancia de la región de Tigray.

De regreso a casa, las dos voluntarias elaboraron un exhaustivo informe sobre las  deficiencias que observaron en el hospital de Ayder y que son susceptibles de mejora, sin que sea necesario la utilización de grandes recursos como son la realización de cursos de reciclaje y prácticas de simulación de situaciones que no se ven habitualmente, pero que cuando se producen necesitan de una respuesta rápida con el fin de paliar algunos errores existentes en la práctica clínica del personal sanitario, así como la existencia de protocolos de actuación. También detectaron la necesidad de contar con contenedores de cristal o plástico en la zona de riesgo de posibles pinchazos y la colocación de pulseras de identificación a las y los pacientes para evitar confusiones a la hora de administrar la medicación. Unos problemas que han quedado pendientes para su resolución en el futuro.