Crisis humanitaria a todos los niveles

Desde el pasado 4 de noviembre de 2020, en Tigray, en la región más septentrional de Etiopía y donde trabaja nuestra Fundación, se está viviendo un conflicto armado, el cual está devastando la zona y a la población que allí vive, se estimaba entre 6 y 7 millones de personas, antes del conflicto.

Se trata de un conflicto complejo en el que toman parte el gobierno regional, en oposición al gobierno central, con el apoyo del ejército de Eritrea y las milicias que las apoyan. Esta situación de guerra entre diversos ejércitos, ha desembocado en una crisis humanitaria que afecta a la mayoría de la población civil de Tigray, esto se traduce en que más de 60.000 personas han huido al vecino país de Sudán y en el interior de la región se cuenta con cerca de 4,5 millones de personas desplazadas y con necesidades urgentes de atención humanitaria.

60.000 personas han huido y cerca de 4,5 millones de personas desplazadas

La población civil es la que más está sufriendo la guerra, ya que según datos de Naciones Unidas, aproximadamente el 80% del territorio de Tigray es inaccesible para los agentes humanitarios. Esta falta de acceso se da en mayor medida en las zonas rurales, debido a la persistencia de enfrentamientos o la negativa del gobierno central a darles acceso. Cabe destacar que las comunicaciones siguen siendo muy limitadas, pudiendo acceder sólo a llamadas de telefonía en alguna de las zonas del territorio. La conexión a internet sigue bloqueada desde el inicio del conflicto.

Las denuncias de crímenes de guerra se han sucedido, prácticamente desde el inicio de la guerra, siendo de especial relevancia las cometidas en Mai Kadara y Axum, donde más 1.500 civiles fueron asesinados. A todo esto, llegan alarmantes noticias de violaciones de mujeres y niñas por parte del ejército eritreo, sobre el cual recaen también numerosas acusaciones de saqueos y robos de todo tipo de bienes. Así mismo se han reportado crímenes contra los campos de refugiados eritreos en territorio de Tigray desde hace 20 años.

Según los datos de la ONU, la mayor parte de la población desplazada, aproximadamente 4,5 millones, está en riesgo de sufrir hambruna, puesto que muchas de las cosechas han sido quemadas y los mercados locales carecen de alimentos. El acceso al agua es uno de los mayores retos, ya que si antes de la situación de guerra miles de personas carecían de acceso a agua segura, ese número se ha visto ampliamente aumentado por los combates, la destrucción de puntos de agua y el desplazamiento de la población. Esta situación de escasez de acceso a agua segura, hace que la posibilidad de que la población enferme se incrementa de manera alarmante, dándose casos de muerte de niños y niñas por diarreas, al beber agua contaminada.

La educación, en la situación actual también se ha visto afectada, ya que más del 25% de las infraestructuras educativas han sido dañadas por los combates o están siendo utilizadas como refugios para las personas desplazadas. Esta situación hace que las clases estén detenidas, privando así a los y las niñas de la región de seguir formándose.
En lo referente a la situación sanitaria, se han reportado numerosos saqueos de material hospitalario y medicamentos, encontrándose en la actualidad con una escasez aguda de suministros médicos. Por otra parte, numerosos centros médicos han sido dañados en los bombardeos; sólo 3 de los 14 hospitales están funcionado y sólo el 22% de los centros sanitarios rurales mantiene su operatividad.

El 80% del territorio de Tigray es inaccesible para los agentes humanitarios

A modo de conclusión, se puede destacar que el conflicto está desembocando en una crisis humanitaria a todos los niveles y si bien es cierto que tanto las agencias de Naciones Unidas y diversas organizaciones humanitarias ya están trabajando sobre el terreno, las necesidades de la población siguen siendo enormes, y queda mucha tarea por hacer.